
La cuestión, por supuesto, consiste en mantener al niño lo
suficientemente intrigado hasta que la amígdala se tranquiliza. Manejar la
ingobernable amígdala, es una de las capacidades principales de autorregulación
emocional, poniendo en marcha la atención ejecutiva, mostrando un “control sin
esfuerzo”, focalizando su atención a voluntad, ignorando las distracciones e
inhibiendo los impulsos.
Fuente; Libro "FOCUS" de Daniel Goleman.
“De la normalidad a la excelencia a través de ti”
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